... movimiento abrumador.
El erudito trabajo de flujos que se amalgaman en un arremolinado sentido de percepciones de volúmenes, combinado con un limpio conocimiento de la luz que se oculta apareciendo en su majestuosa intensidad son los ejes del diseño de este apartamento ubicado en un edificio de los años ochenta, donde los trazos del lápiz se expresan sobre el «lienzo de la tela existente» rediseñando el nuevo vestido arquitectónico.

Una obra generada como un proyecto a mano alzada abandonando los sentidos, dejándose arrullar por un sueño de formas y ambientes; liberando la mente y difundiendo la percepción de volúmenes, colores y emociones.

El salón se convierte en el nido de la vivienda, originando cálidas formas de abrazo, exaltando la libertad de expresión.

Las suaves curvas que envuelven el ambiente son sinónimo de fondo idéntico al movimiento de la seda blanca que acaricia un elegante cuerpo femenino rozado por un ligero soplo de viento, llevando consigo la sensación de pureza de los trazos.

El pavimento de resina es un espejo de agua que acoge y refleja la esencia de la vida, estremeciendo los sentidos como el mar en calma al amanecer en una caricia de evocaciones que se propagan por los espacios como las vibraciones de un eco luminoso que enciende el amor por la vida, llama de bienestar y relajación.

Las ondas vibrantes del umbral entre la zona de día y la zona de noche se persiguen en desorden, desmaterializándose suavemente en el horizonte, apuntando los rayos de luz en un delicado dúo, imaginando la fuerza de gravedad creada por la luz para obtener superficies audazmente ligeras.

Las paredes, en su longitud, cambian de forma natural, forjándose en los cálidos tonos del corten, aportando calidez al ambiente en un torbellino de anticuada modernidad.

«The Cove», diseñada por Alessandro Marchelli, es el triunfo de la ligereza, estrella absoluta del descanso, suspendida en el «nirvana» y envuelta en piel capitoné volada.

En un estruendo ensordecedor de silencio, la habitación casi amortiguada se sumerge en tonalidades blancas, del brillante al espatulado mate enmarcando el detalle de un azul totalmente relajante entre espejos, cortinas y luces; al fondo, la pared semejante a las ondas del agua genera una inequívoca emoción de amor.

Para este proyecto el arquitecto ha elegido